Salir a navegar suele ser sinónimo de relax: surcar las olas, sentir cómo la brisa marina aleja de ti las preocupaciones, la sensación de libertad… Pocas imágenes hay más evocadoras que recorrer millas y millas a bordo de un fantástico velero, ¿verdad? Bien, pues si ya estás visualizándote este verano recorriendo todo el litoral a bordo de tu embarcación, ¡déjanos contarte que te expones a un sinfín de riesgos que quizá ni te imaginabas!
Allí donde tú solo estás viendo relajación y un fin de semana repleto de aventuras, se esconden peligros de todo tipo; donde tú respiras libertad, acechan varadas y colisiones; en esas aguas cristalinas rondan tormentas y daños eléctricos. Así que si pensabas que con revisar las baterías y comprobar el parte meteorológico tenías suficiente, ¡te equivocabas! Déjanos contarte cuáles son todos los riesgos que acechan en el mar y por qué debes buscar un buen seguro de embarcaciones si no lo has hecho todavía, ¿de acuerdo?
El peligro acecha en las profundidades: ¡protégete con un seguro de embarcaciones!
Cuando salimos a navegar, especialmente en rutas largas, lo más habitual es revisar el equipo de seguridad, cargar las baterías y comprobar que llevamos las cartas náuticas necesarias, y poco más. Pero ¿dónde queda la inspección de anclas y cabos, de las luces de navegación o de los sistemas de achique? Reconozcámoslo: no siempre revisamos nuestra embarcación tan a fondo como deberíamos antes de zarpar.
Y esto puede traducirse en accidentes de todo tipo que pueden convertir un fin de semana fantástico en una auténtica pesadilla si las cosas se acaban torciendo más de la cuenta. En este sentido, por ejemplo, te sorprendería saber la cantidad de accidentes que se producen por caídas en la cubierta y que acaban con algún pasajero en remojo. Esto, que podría quedar en una divertida anécdota para el recuerdo, puede transformarse rápidamente en desastre si se trata de niños pequeños o de caídas cuando nos pilla por sorpresa una tormenta.
En este sentido, actuar con rapidez es fundamental y tener el apoyo de un seguro de embarcaciones que se haga cargo de cualquier lesión es básico para que todo quede en un susto y no haya consecuencias importantes. Recuerda que no tiene por qué haber mala mar para que se produzcan caídas en cubierta: un suelo resbaladizo y un pasamanos en mal estado son los ingredientes perfectos para acabar en remojo.
Del mismo modo, también suele ser muy habitual sufrir accidentes por colisiones cuando navegamos en una embarcación de recreo. Leer mal una carta náutica y acabar chocando contra unas rocas imprevistas es uno de los motivos más frecuentes por los que acabamos contactando con el seguro de embarcaciones que tengamos contratado. Así que antes de izar las velas, ¡asegúrate de que llevas contigo la carta náutica adecuada y de que sabes leerla bien!
Otro de los peligros con los que puedes encontrarte navegando en alta mar es una tormenta: por mucha atención que prestes a las previsiones meteorológicas, el tiempo puede cambiar en cuestión de minutos y encontrarte, de repente, entre enormes olas que hacen zozobrar tu embarcación. Para prevenir problemas, asegúrate de que los sistemas de achique funcionan correctamente y, si te encuentras en la situación, mantén la calma y usa la radio para dar aviso de tu ubicación.
Contar con un buen seguro de embarcaciones es vital
Como ves, hay muchas situaciones que entrañan riesgo al salir a navegar. En la gran mayoría de ocasiones todo queda en un susto, pero qué duda cabe de que, como suele decirse, es mucho mejor prevenir que curar. En este sentido, contar con el asesoramiento de una correduría náutica es indispensable: si no tienes muy claro qué tipo de seguro de embarcaciones es el más adecuado para ti, una correduría como Nautia te ayudará a elegir la póliza perfecta en función del uso que le des a tu embarcación.
Y si vas a salir a navegar con un barco de alquiler, recuerda revisar siempre el contrato de seguro que te ofrece la compañía: nuestro consejo aquí es que siempre intentes contratar la póliza con más garantías y que te asegures de que te cubren no solo los daños a terceros sino también los daños propios y, por supuesto, los accidentes a los ocupantes. ¡Recuerda, la prevención siempre es lo mejor!